miércoles, 29 de junio de 2016




Hubo una etapa de sucesos truncos y amores que no fueron… por suerte.

Los chicos muertos no se fijan en chicas muertas, eso lo aprendí demasiado rápido, pero en terreno de varones me gustaban los inviables, los que escasean, los imposibles y solo esos, sin matices, aquellos que te complican la existencia aún cuando desconoces sus nombres, su edad, su sexo, su religión y sobre todo no sabés si votan a la derecha.

El gusto por la muerte se diluyó entre el sufrimiento propio y ajeno recibido en dosis no homeopáticas… a mí me gusta la vida...por ahora.

Cuidado con pedir demasiado al universo, cuando este colapsa tu pedido puede llegar inoportunamente tarde, en la oscuridad de un bondi (y vos ,que hasta hace dos horas atrás no entendías el por qué de la maraton de películas de terror te das cuenta de que el universo tiene un plan para todos… o no).
Lo conocía de otras noches, él a mí no... hasta ayer. Creo haber oscurecido un poco este semestre, no lo suficiente como para ser inapetecible solo lo necesario para aparentar ser interesante; lo sé porque me clavó una mirada que llegaba 7 años atrasada, entendí entonces, los chicos muertos son perversos y era en ello donde radicaba mi fascinación, la aventura de romperte a pedazos consensuadamente… y morir irremediablemente.
He visto suficientes películas como para saber que ante un psicópata lo mejor es mantener la calma e ignorarlo sobre todo cuando este te resulta inapropiadamente excitante… lo mismo se aplica para un varón que viste como vampiro y que tiene su nariz peligrosamente cerca de tu nuca… en nuestra corta aventura chacarita paternal jugamos a acorralar al ratón… lo que no sabemos es quién era el ratón y quién el vampiro.

martes, 28 de junio de 2016

Prodigios

Prodigios

Para Teodora

(Autor: Gerardo Barbieri)

Tras los contenedores, el tráfico,
más atrás pibas y pibes pidiendo un ayuda, vendiendo lo que sea
gente caminado
corriendo
en derredor la ciudad:
las torres, los ventanales, las oficinas
los sótanos de la ciudad…
Arriba, el sol todavía ilumina sobre el smog;
como un fuego que todo renueva.
En la avenida, alguien detiene el ritmo de su pulso
enciende las balizas y baja del auto.
La pupila
ahora
despierta,
en una mirada que perdona lo necesario:
-…abrí los ojos, profanador que no fuiste,
senador, concejal, mecánico frustrado;
persona ante todo.
Abrí los ojos a un sopor de aire
que podés respirar
a una senda donde alejarte de la ferocidad
de toda ferocidad…-
La bocinas insultan al universo.
El hombre observa y contempla;
de a poco, parece comprender que descuidó su apuro
pero ganó parte de su tiempo.
Un Hada,
desde la vereda, realizó el prodigio.
Yo lo sé.
Me lo dijo el viento, quien la ayudó
que después la empujó de vuelta, suavemente,
a otra calle,
a una plaza
junto a su canasta repleta de títeres
para realizar otra maravilla.

Gerardo Barbieri




jueves, 23 de junio de 2016

El PRIMER PECADO por Jorge Tuzi

Fue en tu cumpleaños número once, en esa edad donde tu cuerpo siente que la niñez se te está yendo como agua entre los dedos, lenta e irremediablemente, dando lugar a nuevas fantasías, nueva visiones de un mundo que aún hoy a los cincuenta y cinco te resulta no del todo comprensible. Por eso, cuando sonó la puerta, tu mama la abrió y entró Guille y notaste que el regalo que traía en sus manos no era lo habitual que un niño suele recibir. Era un envoltorio  blanco, rectangular y duro del tamaño de un ladrillo , lo palpaste tratando de adivinar su contenido cumpliendo con el ritual de la sorpresa pero tu ansiedad pudo más, así que en pocos segundos rompiste el envoltorio y ahí estaba: blanco,  reluciente, el primer libro de tu propiedad.
La portada tenía una ilustración increíble, un buque medio averiado, a su lado un submarino de forma extraña y un grupo de personajes mirándolo con sorpresa, vestidos de navegantes de mediados del siglo XIX. El título era Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino y el autor era Julio Verne. Las noches siguientes procuraste leerlo despacio como quien saborea un helado en pleno invierno.

Dos semanas después tu sensación de vacío fue notable, ese “juguete” ya había cumplido su ciclo y el viaje había terminado, así que resolviste crear tus propias historias Tomaste un viejo cuaderno al que le sobraban hojas en blanco y un lápiz negro. Tenía que tratarse de un submarino, era la manera en que te hubiera gustado recorrer el mundo, ese tipo de vehículo rara vez aparecía en la superficie, lo hacía solo para recoger lo indispensable y luego se volvía a sumergir inevitablemente en su mundo de peces extraños, cetáceos inmensos, abismos insondables y viejas ciudades sumergidas. Tenía que ser parte de un proyecto secreto, como todo lo que uno hace a los once años. La escritura empezó a revelar los capítulos con un desesperado frenesí que se consumió en poco tiempo, nunca pasaste del capítulo cuatro a pesar de que los personajes habían empezado a tomar cuerpo y mente propia, ese fue tu primer pecado, los dejaste solos y a la deriva,  quizás aquello te asustó, no estabas preparado para ser amo y señor, juez y parte de  aquel universo. A veces ellos se te aparecen entre sueños, reclamando que les asignes un destino pues ese abismo sin final en el que quedaron inmersos, hoy, aún hoy, les resulta insoportable.

miércoles, 8 de junio de 2016

Después del Olvido por Jorge Tuzi



¿El departamento de la calle Cuenca en Villa del Parque,? me preguntó la empleada, sí señor Sánchez, está disponible, es de unos 30 metros cuadrados, dos ambientes y una cocina muy pequeña, ideal para un hombre solo como usted, todo este tiempo estuvo muy bien cuidado, no tendría que hacerle ninguna reforma.
Me dirigí hasta allí sin esperar más tiempo, tomé el tren en Retiro y me bajé luego de unos veinte minutos, rodeé un terreno de casi una manzana y llegué a una calle de veredas cortas y pequeños árboles donde parecía que el otoño se había quedado a vivir para siempre. La casa en cuestión era la segunda después de la esquina, donde una señora de unos 60 años esperaba la llegada de posible inquilinos. Me miró como sorprendida, perdón, ¿lo conozco?; le dije no recordarla, le conté donde vivía, que era muy lejos y que muy difícilmente nos hayamos cruzado alguna vez. Mucho gusto, mi nombre es Dora y soy la dueña. Vivo aquí, al lado.
Pasamos al interior de la casa y una extraña angustia me invadió, las baldosas brillantes, las paredes pintadas de amarillo y las máculas de la pared revelaban el esqueleto inanimado de una biblioteca pequeña.
¿Quién vivía aquí? disparé con falsa curiosidad; “una niña” respondió mi interlocutora. En realidad una mujer jovencita, de unos 25 años, formó una pareja y el lugar quedó algo pequeño por eso ambos decidieron mudarse a una casa más grande y cerca del centro.
Ingresé al dormitorio y con una curiosidad inusitada y no muy propia de mis costumbres repasé el lugar vacío; seguro que allí hacia la derecha estaba la cama, y el televisor contra la pared izquierda. Inspeccionando el placard encuentro un poncho bien guardado en uno de los recovecos, era rojo y negro de una lana firme y tejida prolijamente. ¿ésto es suyo pregunté conociendo la respuesta, Dora me miró extrañada, no, seguro se lo olvidaron durante la mudanza, se lo voy a hacer llegar a la dueña en cuando pueda, lo olfatee disimuladamente y su perfume traía reminiscencias de inviernos lluviosos, de largas caminatas y de soledades prolongadas.
No me despedí de la mujer sin antes ver la cocina, impecable hasta la obsesión y guardando en su muebles historias de hogares que no fueron.
Un vez en la calle emprendí el camino de vuelta, una chica de campera verde musgo, larga hasta las rodillas me cruzó en el camino, tenía el pelo negro y largo como las alas de un cuervo, caminaba con una parsimonia digna de quien tiene toda una vida por delante. La vi alejarse sin que ella repare en mi presencia.
Volví a mi casa a la noche, tarde, después de tomar unas copas, solo y pensativo en el bar de la esquina. Dejé mi campera en el sofá y me acerqué a una repisa que guardaba aquellos libros que nunca leo y extraje uno muy pequeño con varias ilustraciones pintorescas y cuentos breves, corrí la primer hoja y con letra delicada y amorosa se encontraba una dedicatoria: “Porque te quiero mucho, María”. Cerré el libro y lo volví a guardar cuidadosamente en el mismo lugar.

martes, 7 de junio de 2016

Aveces descubrís, en el éter, el amor a un cuerpo que sobra y a unas ideas que bastan para que el conocerte sea innecesario.
Te creo oculto tras las letras, se agita mi corazón ante tu presencia tan inmaterial como falsa... porque mi espíritu es metafísico este sentir es inevitable, como un átomo a una molécula, sin quererlo siquiera pienso en ti, serás una parte de la ilusión que mantiene mis pies en esta dimensión y no serás nadie.
El amor platónico no necesita de sujeto, por ende es innegociable. Firmaré mil acuerdos, me puedo olvidar del deseo pero a tus ideas nunca me las voy a olvidar, en un rincón de mi pensamiento hay un espacio para adornarte de falsos atributos y construirte como ejemplo de una humanidad confiable que no representas. Serás mi musa, mi muso, mi nadie, mi todo, el lugar donde voy cuando quiero ser ese otrx que tal vez te presenté.

Capitulo final
Yolanda vagabundea por las esquinas, conn el bigote crecido y las piernas enfundadas en panties de red. No parece inofensiva, por qué mentir, no lo es. Le gusta bailar, los días de sol y rescatar animalitos, ha pensado seriamente hacerse vegana. Tiene el cabello rojo, ondulado y la tez blanca como la de un cadaver.
Ella tampoco entiende por qué está ahí,en algún momento la única forma de ser ella era serlo en la parte más vil de la ciudad. Fuma mucho, no siente frío pero está cansada. Camina chueca con los tacones, ella definitivamente prefiere las botas.

Yolanda tiembla esperando el bondi , esta amaneciendo, un aroma a churros le abre el apetito y se prende otro pucho.
A una cuadra entre la neblina y los faroles de mercurio un muchacho joven se acerca caminando con una bici que tiene pinchada la rueda. Él la saluda, ella no sabe que sentir, le pregunta qué pasó, él niega con la cabeza mientras arrodillado en la vereda mojada y fría desarma las partes de su vehículo.
Se sientan juntos, van rumbo a tigre. Yolanda deja de temblar aún cuando atraviesa la ventanilla un viento helado, respira profundo. El muchacho abre un libro de Cortazar, ella lo mira por sobre su hombro y le comenta que leyó esa misma obra unas 10 veces.
Finalmente, intrigada por la naturaleza del muchacho, este – que adivina- responde. Tiene una isla, durante el verano es hospedaje pero este invierno están haciendo trabajo colectivo para armar la huerta y ayudando a los guardaparques, es temporada de cazadores furtivos- termina la frase y sus ojos se opacan, su mente ha volado a otros pensamientos más oscuros. Ella pregunta entusiasmada si puede ir, el muchacho sonrrie y asiente con la cabeza, el sol que se refracta en el cristal tiñe de colores sus rulos.
Yolanda no volverá a su casa esa mañana y tal vez no vuelva a esa esquina nunca más. Suben a la lancha colectivo y por primera vez Yolanda huele el río.

No tenemos derechos sobre esta Imagen  


Carta a un compañerx
El amor es como el peronismo, se explica, se entiende, se comparte o se rechaza, se lo tacha de fascista machista católico o ateo feminista y libertario.
El amor no es un sentimiento, ni es pasión, calentura, enamoramiento, romanticismo puro, ilusión e idealización, es crudo, explícito, es todo junto o nada, no es cuantificable pero lo hermoso reside en que no hay en él medias tintas pues el amor es una libre decisión, decidís amar, no surge de generación espontánea, no es apolítico y tiene credo, tiene acuerdos y sus miembros no son vitalicios, debe sortear pruebas y además es mortal, como quieras entenderlo.
El amor tiene objeto, lo desviste, lo mira en lo bueno y en el defecto, lo elige o lo acepta, esto no es romántico, es real, y por eso nuestro amor puede vestirse de rosa  y salir a pasear el 14 de febrero, por eso no necesita acostarse con terceros y puede jurarse eterno.
El amor no viene dado, se construye a cada paso, Javier el amor es como el anarquismo, pocos lo viven como lo predican.
(original: caligrama)  

lunes, 6 de junio de 2016

Cuando Exista.


Cuando Exista
(Autor: Teodora Nogués)

 A ver...yo tengo diez, él tiene  veinti uno. Cuando él tenga veinti seis, seguro que va a ser tan lindo como ahora, pero yo a los quince, no se si todavía...¿Cómo seré a los quince? No, capaz tendría que esperar a tener veinte, entonces él va a tener treinta y uno...va a ser un poco viejo ya ¿Cuánto más viejo?¿Puede envejecer esa cara?¿Puede ser tan linda una cara?¿Puede ser un ser tan perfecto?¿O sólo me parece a mi?
 Puede ser por lo raro, porque me acostumbré a vivir en esta isla donde son todos mulatos y de pronto apareció él que es chino...tahitiano en realidad, de padre chino y madre tahitiana. No se si lo lindo es por chino o por taitiano. Parece que la mezcla da eso, pero ¿Existirá otro chino, taihitiano o ser humano como él?
¿Nos volveremos a encontrar cuando yo exista?

jueves, 2 de junio de 2016

Mi Otra Mitad (Un Cuento de Ciencia Aflicción)

Mi Otra Mitad

(Un Cuento de Ciencia Aflicción)

La intervención quirúrgica a la que me iba a someter era relativamente sencilla.  Se trataba, básicamente, de extirpar la mitad derecha de mi cuerpo y reemplazarla por el nuevo modelo robótico de silicona para mejorar fuerza, elongación y flexibilidad.
Las pruebas pre quirúrgicas habían sido un éxito, al igual que la práctica de coordinación entre mi mitad real y la robótica.
Pero en la última entrevista con el cirujano, un día antes de la entrada al quirófano, caí en la cuenta de que, siendo diestro, el período de rehabilitación post quirúrgico, se me iba a complicar. Que mi mitad derecha fuera la reemplazada, tenía la ventaja extra de mejorar la estética de la mano que tengo con tendencia a brotarse por la psoriasis, y aunque me daba lástima no aprovecharla, esa ventaja no justificaba el no poder comer y escribir cómodamente lo que durara la rehabilitación (después de todo, la zona de mi mano afectada por la psoriasis es ínfima).  Dudé un momento más, pensando en el inconveniente de no poder puntear los acordes de la guitarra, si me extirpaban mi mitad izquierda, pero eso podía esperar;  además de la otra manera, tampoco iba a poder rasguearla. Así que le planteé mi decisión al cirujano:
-Mirá, doc, estoy pensando que mejor reemplacemos mi mitad izquierda en vez de mi derecha, porque el tema es que soy diestro ¿viste?
-Y…pero ahora es un kilombo, hay que reprogramar el quirófano, mandar hacer otra prótesis…
-Si, te entiendo, pero entendeme vos a mí, que va a ser un kilombo no poder usar mi mitad derecha durante la rehabilitación.
-Pero que me avises así, a último momento…
-Bueno, disculpame, es que me di cuenta ahora.
-Está bien, vamos a reprogramar la cirugía.
-Gracias, doc, y disculpá la molestia.
Me fui preocupado, pensando cómo iba a resolver el tema del cambio de días de licencia en el laburo, preocupación que iba en aumento, como bajando de mi cabeza al resto de mi cuerpo, sintiendo los pies cada vez más pesados, hasta no poder dar un paso más.
Me desperté gritando. Instintivamente me agarré los testículos con la angustia de sentirme amputado todavía latente. Corroboré que todo estaba intacto, mi integridad física y mi habitual erección matutina no estaban afectadas por la pesadilla.
Abracé a Laura que seguía durmiendo, pero mis palpitaciones y la preocupación no se me iban. Le susurré al oído.
-Laura, Laura.
-¿Qué pasa, mi amor?
-Suspendé, suspendé.
-¿Qué cosa, gordo?
-La operación, suspendela, por favor.
-Pero, mi amor, si es una operación super sencilla. Con lo contento que estabas...
-No es por eso, Laura, sos hermosa, sos hermosa así, no te operes, no te agregues nada, no te pongas las lolas, sos hermosa, Laura, sos hermosa...





Autor: Teodora Nogués