Lo Que Más me
Gusta Son Mis Pies
-Les doy la bienvenida a la carrera de Recreación y Tiempo
Libre, a la cual, les aclaro, todos van a ingresar, pero por una cuestión de
vacantes, solo la mitad podrá hacerlo ahora; la otra mitad lo hará el próximo
cuatrimestre. Sé que el sorteo no es el mejor método, pero por ahora es el
mejor que encontramos.
El que nos hablaba, era un hombrecito de unos cuarenta y
pico de años bien llevados, llevados con una sonrisa encantadora y una mirada
dulce atenta a todo.
Su voz algo ronca, suave, pero enérgica a la vez, logró
disipar algo de mi mal humor y el de las otras doscientas personas amontonadas
en el SUM.
No estaba segura de estar en el lugar correcto, esperando a
ser sorteada para ingresar a una carrera con un nombre, al menos, polémico.
-Yo, si me toca el segundo cuatrimestre, no la voy a hacer.
Ahora la voz de una amiga, que estaba sentada a mi lado, la
misma que me había convencido de anotarme en la carrera de nombre
controversial, me hizo crecer la duda. Ella me había dicho que se iba a anotar,
porque después de tanto estudiar en la UBA, sentía que esta carrera la iba a
desestructurar un poco. Cuando me contó de qué se trataba, pensé que, por el
contrario, con mi carencia de estudios formales, a mi me iba a estructurar. Y
allí fuimos a anotarnos las dos, por la misma razón, esperando resultados
opuestos.
-Yo tampoco la voy a hacer si me toca el segundo
cuatrimestre….es más, si me toca este tampoco…
Ya me estaba levantando del piso donde estaba sentada,
porque ni sillas había en el SUM de esa carrera de nombre poco serio, pero la
voz ronca y enérgica me detuvo.
-Se que la situación es tensa. Probemos para distender,
mientras esperamos el sorteo, les propongo hacer una danza.
Se puso a cantar y a bailar, haciéndonos repetir cada
estrofa:
“Con mi cabeza yo me llevo muy bien,
Pero lo que más me gustan son mis pies.
Con mis brazos yo me llevo muy bien,
Pero lo que más me gusta son mis pies…”
En ese momento, por primera vez en mi vida, escuché a mis
pies. Ellos quisieron quedarse, ellos supieron que habían llegado al lugar
correcto.
Entré en el primer cuatrimestre y me recibí de recreóloga. Mi amiga salió sorteada para entrar en el
segundo y nunca la volví a ver.
Diez años después de recibirme, volví a tener noticias del
hombrecito de voz ronca, amante de sus propios pies. Estaba dando unos cursos en Salta, algo sobre
el cuerpo en juego. Nunca volvió, pero dicen que allí donde lo llevan sus
pasos, deja una estela mágica que nunca se olvida, y a mí me consta que es así.
Autor: Teodora Nogués
No hay comentarios:
Publicar un comentario