lunes, 30 de mayo de 2016

Lo Que Más Me Gusta Son Mis Pies

Lo Que Más me Gusta Son Mis Pies
-Les doy la bienvenida a la carrera de Recreación y Tiempo Libre, a la cual, les aclaro, todos van a ingresar, pero por una cuestión de vacantes, solo la mitad podrá hacerlo ahora; la otra mitad lo hará el próximo cuatrimestre. Sé que el sorteo no es el mejor método, pero por ahora es el mejor que encontramos.
El que nos hablaba, era un hombrecito de unos cuarenta y pico de años bien llevados, llevados con una sonrisa encantadora y una mirada dulce atenta a todo.
Su voz algo ronca, suave, pero enérgica a la vez, logró disipar algo de mi mal humor y el de las otras doscientas personas amontonadas en el SUM.
No estaba segura de estar en el lugar correcto, esperando a ser sorteada para ingresar a una carrera con un nombre, al menos, polémico.
-Yo, si me toca el segundo cuatrimestre, no la voy a hacer.
Ahora la voz de una amiga, que estaba sentada a mi lado, la misma que me había convencido de anotarme en la carrera de nombre controversial, me hizo crecer la duda. Ella me había dicho que se iba a anotar, porque después de tanto estudiar en la UBA, sentía que esta carrera la iba a desestructurar un poco. Cuando me contó de qué se trataba, pensé que, por el contrario, con mi carencia de estudios formales, a mi me iba a estructurar. Y allí fuimos a anotarnos las dos, por la misma razón, esperando resultados opuestos.
-Yo tampoco la voy a hacer si me toca el segundo cuatrimestre….es más, si me toca este tampoco…
Ya me estaba levantando del piso donde estaba sentada, porque ni sillas había en el SUM de esa carrera de nombre poco serio, pero la voz ronca y enérgica me detuvo.
-Se que la situación es tensa. Probemos para distender, mientras esperamos el sorteo, les propongo hacer una danza.
Se puso a cantar y a bailar, haciéndonos repetir cada estrofa:
“Con mi cabeza yo me llevo muy bien,
Pero lo que más me gustan son mis pies.
Con mis brazos yo me llevo muy bien,
Pero lo que más me gusta son mis pies…”
En ese momento, por primera vez en mi vida, escuché a mis pies. Ellos quisieron quedarse, ellos supieron que habían llegado al lugar correcto.
Entré en el primer cuatrimestre y me recibí de recreóloga. Mi amiga salió sorteada para entrar en el segundo y nunca la volví a ver.
Diez años después de recibirme, volví a tener noticias del hombrecito de voz ronca, amante de sus propios pies.  Estaba dando unos cursos en Salta, algo sobre el cuerpo en juego. Nunca volvió, pero dicen que allí donde lo llevan sus pasos, deja una estela mágica que nunca se olvida, y a mí me consta que es así.

Autor: Teodora Nogués




No hay comentarios:

Publicar un comentario