Lo Respeto Como Ser Humano
(Autora: Teodora Nogués)
-Hoy no, gracias- Me dijo la
primera vez que entré a su local de la calle Defensa en el barrio de San Telmo
con mi canasta de tortas fritas- Pero volvé a pasar mañana.
En el fondo sabía por experiencia
que el “hoy no” significaba que mañana tampoco, pero igual volví al día
siguiente.
-Vení, pasá- Me dijo la segunda vez-¿No querés descansar un rato? Te
cebo unos mates.
-Dale y yo te convido unas tortas fritas, son las últimas, ya no las voy
a vender.
-No, gracias, no puedo comer harinas.
-Ah, hubiéramos empezado por ahí.
Nunca supe por qué no podía. Por
exceso de peso, seguro que no. Era muy delgada, casi demacrada. Debía tener mi
edad, pero me parecía algo mayor que yo.
-Sentate- Insistió- Te deben doler los pies de tanto caminar.
-¿Pero no estás ocupada escribiendo?
-No, ya terminé.
-¿Estabas estudiando?
-No, escribiendo una carta…tengo un amor a distancia, en Alemania. – Puso
la carta en un sobre y lo cerró sonriendo
Yo me acomodé en la silla que me
ofreció como quién invita a una amiga de toda la vida.
-¿Lo ves seguido?- Le pregunté.
-Hace dos años que no lo veo, pero estamos más cerca que muchas parejas.
Se todo de él. Sé qué sueños recurrentes tiene por las noches y qué hace
durante el día. Sé que le gusta tomar el mate con yuyitos y granitos de café. Y
él sabe todo de mí. Conoce mi historia, sabe que tengo un hijo y no me juzga
por eso.
-¿Y por qué te iba a juzgar por tener un hijo? ¿Cómo lo conociste?
-Hace dos años vino a la Argentina de visita. Yo trabajaba en un local
en el tren de la costa. Un día entró, nos pusimos a charlar y me invitó a
almorzar. Salimos en mi horario de almuerzo y cuando nos subimos a la escalera mecánica, me dijo: “así no se
bajan las escaleras, se bajan así” y me dio un beso que duró todo el recorrido
de las escaleras. No me lo olvido más. Al otro día se volvió a Alemania y desde
entonces nos escribimos siempre.
-¿O sea que saliste sólo un día con él?
-Solo unas horas, lo que duró la charla en el local y el almuerzo.
-¿No te dan ganas de ir a Alemania?
-Fui una vez hace un año, pero no
le dije que había ido, porque estábamos en un impás, así que no nos vimos. El
estaba en pareja y no quise saber nada. Después se separó, nos volvimos a escribir y cuando le conté que habíamos estado tan
cerca y no nos vimos, se quería matar.
-¿Creés que van a estar juntos algún día?
-Es complicado. Alguna vez soñamos con que yo me vaya a vivir allá. Mi
vieja me apoya en eso, me dice que puedo tener un buen futuro en Alemania, pero
no puedo.
-¿Por tu hijo?
-No, mi vieja dice que se haría cargo de él. En realidad, siempre se
hizo cargo. Vivimos los tres en la misma casa, pero mi vieja se ocupa de todas
la cosas de él.
-Pero si te vas, lo extrañarías.
-No, no es eso.
Seguí pasando por su local a
tomar mates para recuperarme del frío de la calle y descansar del silencio de
mi departamento al que me acababa de mudar sola hacía unos meses.
Un día me invitó a su casa. Era
un ph, con las habitaciones tipo “chorizo”.
Estábamos tomando mate en la
cocina, cuando llegó su mamá con el nene.
-Hola- le dije al chico- ¿Así que
vos sos el hijo de…
-No le digas así- Me interrumpió ella por lo bajo.
-¿Por qué?
-El cree que soy la hermana.
-¿Además del que vive en Alemania y el padre de tu hijo, tuviste otro
novio?- Le pregunté la siguiente vez que fui a tomar mate a su local.
-No, nunca tuve novio. El padre de mi hijo no era mi novio. A mí me
violaron. Tenía 16 años y era virgen. Nunca pude estar con nadie, después de eso. Mi mamá es médica y por ética profesional no
quiso que yo abortara. Me pidió que no abortara y me ofreció criar a mi hijo
como suyo.
-¿Por eso él no sabe que sos la madre?
-Sabe y no sabe…se da cuenta de que hay algo raro, no es boludo.
-¿Cómo te llevás con él? ¿Cómo hacés para vivir con él?
-Hubo un tiempo en que lo quería matar, era un pibe insoportable, tiene
nueve años, pero viste que no es como un nene normal de nueve y además tiene la
misma cara de…antes no lo aguantaba.
-¿Y ahora?
-Ahora lo respeto como ser humano.
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