Tres Cachorritos Machos
(Autora: Teodora Nogués)
-No soy gay- Les dice mi hijo de siete años a sus compañeros de
entrenamiento.
-Sí, sos, gay, porque hiciste así- le contesta su “atacante”, dando saltos de bailarina
clásica.
Es la primera vez que escucho a
mi hijo usar la palabra “gay”. No parece que tenga idea de su significado,
aunque cuando mi suegra se casó con su actual mujer, fue él el que les entregó
los anillos.
-Escuchame una cosa- Le digo cuando se me acerca a pedirme su agua- Si
te vuelven a decir que sos gay, deciles que no tiene nada de malo se gay.
-¿En serio?- Me dice, pero sé que no duda de mí ni por un instante, está
en esa edad en que mi palabra todavía es sagrada.
-Claro, la abuela es gay ¿Tiene algo de malo?
-No.
-El tío Alan es gay ¿Tiene algo de malo?
-No.
-Mi amigo Santi es gay ¿Tiene algo de malo?
-No.
Toma agua y vuelve a la pista de
atletismo. Unos minutos después les está explicando a sus compañeros que ser
gay no tiene nada de malo, pero no parecen registrarlo.
Dos mamás vienen a buscar a los
chicos. No las conozco, pero ante el pedido de mi hijo, nos invitan a compartir
la merienda en la plaza.
Los chicos juegan, las dos amigas
hablan, yo me aburro.
Una de las mamás cuenta que paga
la cuota de socios de River, pero que trae a los chicos a entrenar a Parque
Sarmiento porque el entrenador de
handball del club, no tiene las herramientas pedagógicas necesarias y que se lo
dijo, porque el otro día su hijo mayor no tocó la pelota en todo el partido.
Explica cómo se debe jugar al handball con chicos de esa edad.
Yo me siento una madre pésima,
porque no tengo la más pálida idea de cómo se juega al Handball.
Se acerca el hermanito de los chicos, quejándose porque se manchó las
manos con barro, pidiendo que se las limpien.
-No- Le dice la madre- ¡Sacudite así nomás y andá a jugar! ¡Sino tenemos
tres putilines!
Miro al hijo mayor de la mujer
experta en handball y en criar cachorros machitos, el que “acusó” a mi hijo de
ser gay. Tiene unos diez años. Juega con
la gracia de una bailarina clásica. Me da la impresión de que tal vez, en un
futuro no muy lejano, mi hijo va a tener que volver a explicarle que ser gay no
tiene nada de malo, que no le haga caso a su madre, que sea feliz.
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